Tu piel

Oler el calor de tu piel, como el susurro de tus labios. Ésa boca temblorosa entre unos ojos que no dejan de mirarme. Y yo, apunto de llorar, por la sorpresa, por el encuentro inesperado y tantas veces buscado. 



Herido y salvado contigo.

 Ése abrazo tan descrito y tan idealizado, aun superior al imaginado, y nuestros corazones palpitando al unísono, entre la dulzura de un amor y la lujuria del deseo. 

Un paseo y la caricia de mi piel sobre la tuya. Ése escalofrío que tantas veces he pintado en el lienzo de tu cuerpo con mis palabras. Ésa forma tan tuya de acariciar mi mano con el pulgar, con la mirada perdida en el infinito, en el mar abierto, que cierra esta herida y comienza algo que empieza a refulgir. 

Dos copas enfrentadas, con dos miradas tan puras, tan cómplices y tan exultantes que deslumbran todo el bar. El masaje de dos rodillas sobre una mesa alta y dos cuerpos entregados, que se estremecen con el roce de las prendas, que apoyan su reverso sobre la piel más anhelada.

Unos labios que se buscan, entre ojos que persiguen llegar dónde alguna vez quisimos estar.

Hasta que nos encontramos, entre sonrisas nerviosas, y cuándo nos vimos perdidos, nuestras bocas se fundieron en el beso más azucarado, desde el fondo del alma y más salado, desde el fondo del deseo. Renaciendo algo desde las entrañas más oscuras, para iluminar la noche más negra.

Sólo gracias. Ya te extraño.